sábado, 30 de mayo de 2009

2º Premio "EL ESPEJO" Cuento



Gabi, como la llamaban sus compañeros de la Facultad de Arte, había adquirido un espejo en una tienda de Antigüedades. Siempre le habían agradado los objetos antiguos. Su departamento, situado en un barrio de clase media de Godoy Cruz, estaba atestado de ellos.
Se contempló en aquel espejo y le devolvió la imagen de una chica muy linda. Tenía largos cabellos rubios y era un tanto delgada. Sus ojos eran de un color verde mar.
Una tarde que tenía libre, invitó a varios amigos y les mostró este singular espejo.
- ¡Oh, la verdad que es una reliquia! ¿A quién perteneció?, ¿acaso a María Antonieta? – pronunció un joven pelilargo, alto y escuálido, quien lanzó una chillona risa.
- Y… podría ser. La verdad que ese señor que me lo vendió, no sabía absolutamente nada.
Una muchacha se aproximó al espejo y se miró en éste, pero no le provocó una buena impresión.
- ¡Ay, me dio cierto escalofrío! Lo vi un poco oscuro. Me vi en un momento como a otra persona. Era mi cara, pero con una expresión como arrogante.
- ¡Qué tonterías estás diciendo, Sandra! – dijo Gabriela.
- Bueno, no sé, quizás imaginé todo eso. Sabés cómo soy.
Pero no eran simples tonterías... Cierta noche en que tenía que salir, se arregló y al contemplarse en el espejo, se vio con una mirada un tanto astuta y con una seducción que nunca había desplegado. Se restregó los ojos y cuando volvió a posar su mirada, ya todo había regresado a la normalidad.
Después de pasar una velada muy agradable, regresó a su departamento. En sueños vio pasar imágenes de ese mismo espejo en diferentes épocas. Una mujer con miriñaque trataba de destruirlo, pero no conseguía absolutamente nada. Después se cambiaba la escena y aparecía un hombre de unos 40 años de una época incierta, que se contemplaba en él y de pronto el espejo se cubría como de un espeso humo negro y el hombre palpaba su superficie y sorprendentemente todo su cuerpo era absorbido por éste.
Gabriela se despertó muy agitada y al mirar hacia el espejo, observó una inusitada oscuridad en éste. Apenas se levantó, decidió que ese espejo no estaría más allí. Lo guardó en una piecita en donde colocaba gran cantidad de trastos inútiles. Se fue a la Facultad y cuando regresó a la noche, el espejo había regresado a su dormitorio. Una intensa sensación de espanto cruzó por su agraciado rostro. Lo tomó con seguridad y una gran sombra comenzó a dibujarse en su interior y ella era impelida a adentrarse en esa zona desconocida. Lo dejó caer, ya que había visto un rostro pálido que le decía con una voz de ultratumba:
- Yo te puedo conceder todos tus deseos. Ven, ingresa a mi mundo.
Horrorizada, sin pensar en nada, salió apresuradamente, sin siquiera cerrar la puerta con llave.
- ¡Gabi, Gabi! – llamó alguien, luego de un tiempo.
Lorena había abierto la puerta del departamento de su amiga al no haber obtenido respuesta a los insistentes llamados del timbre. Nadie le respondió.
- Es que deseaba que me dieras esos apuntes que me faltan. Me olvidé pedírtelos en la Facu.
Ingresó a la sala iluminada y se dirigió al dormitorio, en donde también había una luz encendida...
Gabriela estaba en la casa de sus padres. Se había quedado a dormir allí, ya que la asustaba demasiado la idea de volver a su departamento. Salió para la Facultad. Charló con Lorena y la halló totalmente cambiada. El atuendo que lucía no era el que habitualmente utilizaba y estaba muy maquillada. También se veía más arrogante y desenvuelta. Gabriela se quedó profundamente sorprendida.
Pidió que la acompañaran para deshacerse de ese espejo. Lo embaló y tras subirse al coche de uno de ellos, se hizo conducir hacia un sitio lo más alejado posible y en un descampado, se deshizo de ese espejo maléfico. Le preguntaban porqué había tomado esa decisión y les dijo que ya no le agradaba más.
Ese espejo no apareció nuevamente en su departamento misteriosamente, pero lo podría haber hecho. Una madre con un niño lo halló y se los tragó en sus profundidades. Allí se hallaron en un mundo oscuro con todas las personas esclavizadas, que lloraban atormentadas por salir de allí. Lorena era una de aquéllas. El señor tenebroso mandaba a la Tierra a seres duplicados y les infundía su malvada voluntad, para crear un mundo lleno de su malévola presencia. Sin embargo, Alguien de infinita bondad y con un poder inconmensurable, se estaba preparando para la gran lucha que se desencadenaría muy pronto.


WALTER ALEJANDRO NUÑEZ

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